martes, 29 de julio de 2014

Tienes un encanto de frialdad pactada, no sé muy bien con quién. O con qué. Tu previsibilidad intenta sorprender. ¿Mis manos en la cara como signo de impacto te sentarían bien? Quizá lo haga para comprobar. Probar. Siempre probando. Un poco así y otro poco asá. Es demasiado serio este juego, a veces el disfraz se compacta demasiado y ya no queda piel.
Piel. Piel.
¿No es especial hablar de piel? De tacto. De sensaciones. Piel. El cuero siempre me ha provocado de una manera extraña, perturbadora. Se adapta perfectamente a mis caprichos, a mis experimentos distribuidos por cada una de tus neuronas, que retroceden por el miedo a desaparecer. Y ya no sé si juego al juego o el juego me está jugando a mí.


martes, 22 de julio de 2014

La luz, entrando por las pupilas e iluminando el iris. El color. Intenso. De vida. De saber. Tú no eres de aquí, ¿verdad?
Y la sonrisa, que habla, que no se calla, pero dice. Dice todo lo que las palabras no pueden. Y algo de mi interior brilla, porque acaba de verte. A ti. Sin ser tus ojos, sin ser tu boca. A ti.
Ese "tú" es tan maravilloso que no puedo decirlo. Me atrapa en una nube de fascinación que no tiene nada que ver con las expectativas. Está llena de certeza, de verdad. De comprender que has estado cinco minutos en mi vida y ya la has cambiado. Y así es, así nos marchamos.


viernes, 18 de julio de 2014

yerro

No sé si fue algo normal, de este mundo de paredes huecas que se derrumban y se quedan en nada. En silencio, en paz. No es tan sencillo ir derribando muros, a veces, se te escapa el mazo y vas a dar. A alguien. A lo primero que se presente. Porque así va el juego. No eres tú. Nunca eres tú. La culpa es demasiado vulgar y ya sabes que aquí todos somos muy finos. Muy elegantes. Quédatela tú. Es para ti. Yo no quiero verla. ¿Y si me descubres? ¿Y si todo se cae contigo? No sabría qué decir sin respaldo. Sin rocas ni piedras. Sin defensa. Sin puntería.
Es un mundo inhóspito. Cruel. Quizá me esté adaptando bien y todo este vaivén de golpes y martillos no se me dé tan mal. Quizá sea todo lo contrario y la pérdida de mi brújula se deba a esto. Quizá tú y yo no seamos tan distintos y llevemos demasiado tiempo jugando a ver a quién mata la culpa primero.

Gané.

lunes, 7 de julio de 2014

Tampoco te podría explicar cuándo me hundí. No me acuerdo de mucho. Sé que cada vez me sentía más ahogada. El mar estaba cada vez más cerca y mis pies empezaban a notarlo. El frío. La humedad.
En otra vida, no muy lejana, me gustaba esa sensación. La sal calando en los huesos y las heridas gritando en silencio. La sangre se solidificaba, no fluía, no avanzaba. Y me gustaba. No se estaba mal. El sillón era cómodo. Era lo que era y no era nada más.
Con el tiempo, me di cuenta de que se había terminado. Ya se acabó. El oxígeno se había oxidado, ennegrecido. Y me hundí, porque respirar se había hecho demasiado pesado. Y decidí vivir aquí dentro, donde nadie juzga y nadie vive.

domingo, 6 de julio de 2014

¿Qué es eso de arrastrarse por las esquinas vomitando las carencias que adornan tu historial? Sube el nivel, joder, que los humos que aparentas empiecen a tener algo de reales. Sí. Que nazcan del amor propio y no de la necesidad,  ¿quién te crees que eres?
Siendo libre y lo que quieres hacer está abandonado por lo que puedes. Porque es lo que te ha tocado, como si un hada rechoncha con varita mágica se te hubiera presentado y te lo hubiera confirmado.  Tu libertad se va perdiendo gota a gota, segundo a segundo, sin descanso. Y es tu maldita culpa, porque así te presentas ante el mundo, porque tu elección ha sido hablar de orgullo y perder la dignidad.

jueves, 3 de julio de 2014

Lo he tocado.  El paraíso no sabe a nada, es esa sensación de libertad atropellando todo mi interior, arrasando con dudas, miedo e inseguridad. El sinsabor del desconocimiento, de la libre elección.

La ola se ha llevado lo que menos quería, porque ya no me hace falta. El apego no me hace falta.
Estáis aquí. Me gusta que os bombee el cuello. Pum, pum, pum. La vida baila en vuestro interior y con eso me quedo. Eso me llevo. Vuestra vida impresa en la mía, sin tocar la vuestra. La felicidad de ser siendo, de tener sin tener y de estar sin estar. Mi felicidad, que se incrementa con la vuestra. Quiero llevarme esa maravillosa sensación de que yo no he tenido nada que ver con lo que es vuestro, que ya eráis felices antes. Que nacisteis felices.

Siempre he dicho que la felicidad es un estado de ánimo, pero hoy la que se anima soy yo, a cambiar de opinión. La felicidad la traen algunas personas en la mochila. Tienen la facilidad de ver la parte más luminosa de las cosas, de los momentos y de las personas. Son capaces de hacer bonito lo más feo y de danzar entre la tormenta sabiendo que está a punto de llegar el sol. La felicidad es su actitud, ellos entienden que no serán felices todo el tiempo, porque saben que es justo eso lo que les hará disfrutar de la felicidad algún día.

Me quiero rodear de personas felices, libres y con esos sueños bailarines que, en muchas ocasiones, han cambiado el mundo. Vosotros, de momento, ya habéis cambiado el mío.


martes, 1 de julio de 2014

Ramas de somnolencia, que van subiéndome por las rodillas, y siguen, hasta la raíz del pelo. Duele el despertar, dejar de soñar, con los ojos abiertos, muy conscientes de que la vida va a su bola, de forma independiente. Y me estiro, alargo los brazos y el sol no me parece tan lejano, como muchas otras cosas que eran inalcanzables y ahora están aquí, casi cogiéndome la mano, con respeto, con mucho respeto. Y ya casi toco, casi estoy tocando...
El mono de los platillos sigue muy animado en mi cabeza, golpeando con ganas cada segundo del reloj de muñeca recién comprado. Empañado por la falta de oxígeno, por el agotamiento de contar, siempre estar contando: Un, dos, tres... y vuelve a empezar, sin volver atrás. Y ya no no puedo ver el tiempo porque ha transcurrido demasiado y está demasiado cerca todo lo que me queda.

.