sábado, 26 de abril de 2014

El otro día me di cuenta. Lo que más duele de despedirse de alguien, es perder la parte que has sido con esa persona. Eso nunca volverá, jamás. Más que echar de menos, nos echamos de menos. Lo que nos provocaba una sonrisa que no era nuestra, una mirada, una conversación. Lo que nos aportó, lo que nos completó, por un momento, por el tiempo que sea. Lo que nos hizo ser. Eso es lo que más miedo nos da del mundo. Nuestras despedidas, íntimas, profundas y propias. Nunca nos despediremos de lo mismo, porque cada persona nos ha hecho ser diferentes.

domingo, 20 de abril de 2014

sordidez

Echar de menos sufre cada vez que tus labios se entreabren para pronunciarlo.
Lo dejas ir.
Lo pierdes.

No reposa lo suficiente entre tus arterias, bombeando, creciendo, transformándose en la sensación de añoranza arraigada en los huesos, en el fondo de las tripas.
Melancolía, nostalgia caminando por tu ser, sin tener en cuenta en ningún momento que estés, que pienses, que quedes bien.

Así es Echar de menos.
Tan sincero que no hace crecer brillo en las miradas de los falsos.
Tan real que la piel se pone de gallina y los ojos se llenan de lágrimas.

No lo digas. No vuelvas a decirlo. Un día, quizá sea verdad.

lunes, 14 de abril de 2014

 Huye. Escapa.

Hace tiempo descubrí que el misterio no existe. Es sólo una cortina de humo que tapa las vergüenzas de las entrañas humanas. La inseguridad, el deseo inherente de ser, de pertenecer.

No me creo nada de lo aparentemente interesante, porque el interés no se aparenta, no se finge, no se intenta. El interés nace, crece, se alimenta. El interés es. Y tú no eres.

No comprendo la necesidad de maquillajes plásticos, de disfraces ridículos con nombres incoherentes. Hay pocas cosas que me trago y mis pies lo saben; tropiezan cuando andan por tu camino.

Hay demasiado aire vacío detrás de tanto abrigo. Creí ver un fondo profundo, repleto de cosas por descubrir, pero el descubrimiento te ha descubierto y ya no hay nada que quiera saber. La careta ha suplantado tu verdadero rostro.

Corre. Lárgate.

domingo, 13 de abril de 2014


Nadie va a enseñarte a cómo amarte, nadie va a decirte qué hacer para quererte un poco más, para sentir un calor entrañable al mirarte a los ojos. Eres tú. Eres sólo tú. Y es lo único que queda. Escudriñar en tu mirada y sacar la parte humana. Comprender que te puede llevar a lo más alto o hundirte sin ningún tipo de compasión. Elegimos las personas que somos, elegimos lo que creemos que merecemos. Elegimos cómo nos queremos y hasta qué punto nos amamos. Por eso quien te hace daño, es el mismo que te mira en el espejo. Así es, así somos, dueños de nada y de nosotros mismos.

Me he estado despidiendo de ti, porque acabo de darme la bienvenida.




lunes, 7 de abril de 2014

Cada una de mis células se ilumina, los rayos del sol despiertan la conciencia que se estaba desperezando; todo es perfecto. Todo está bien. Ahora sí.

El momento se transforma en la sensación eterna de paz, de libertad. De saber, a ciencia cierta, que soy capaz de todo. De todo. Gracias, ¿me escucháis? Gracias por pertenecer a mis minutos, a mis segundos, a mis miradas. Gracias por descansar en mi tiempo, poco o mucho y gracias, de todo corazón, por haberos quedado o marchado.

Gracias. Me habéis hecho mejor, más grande, más mayor. He crecido. Y vosotros, sin seguir ningún compás, ningún ritmo, sin coordinarnos, sin pretenderlo.

Ha habido dolor, risas, decepciones, admiración. Ha habido sentimientos, sensaciones. Gracias por hacerme sentir viva, en este mundo, en mis días mejores y peores. Gracias. Gracias.
Sin vosotros no sería yo. Sin mí no seriáis vosotros.

Y es ahora, en este momento, cuando me doy cuenta de por qué existo.


jueves, 3 de abril de 2014

Qué honestidad, cuántos valores reunidos en una estampa modélica, de pulcra educación sostenida en farsas, en actuaciones inválidas, cojas, que no se sostienen en tu cabeza, pero que permanecen inmóviles en la de los demás, quietas, silenciosas, marcando una pauta de comportamiento errónea, sucia, disfrazada. No te creo y no sé qué creer, porque de creencias se crean caminos, se abren, se amplifican y yo no quiero abrir nada, no quiero centrarme en vacíos permanentes que llenan demasiados huecos en mi tiempo, en mis minutos, en mis instantes ya perdidos.
Intento abrir los ojos, despejarme de esta somnolencia, de este sueño borroso al que no se le entiende, pero pesan, pesan los párpados. Pesan.