jueves, 15 de mayo de 2014


Mi nombre no te dirá nada, ni mi edad. Tu interpretación sobre mis palabras, no es lo que yo suelo decir y mis miradas sólo se entienden si las sabes mirar. No sé quién soy, por eso, estoy siendo. Mi cordura está al mismo nivel que mi locura.  Y, de momento, aunque pienses lo contrario; tú no me conoces, sólo me supones.
Puedo parecerme a ti, pero no soy como tú, porque tú ya existes. Bailo en un mundo de contradicciones y siempre me siento un poco mejor cuando llueve y me dejo el paraguas en casa. Gotas deslizándose  sobre el cristal y abuelos mirando a los ojos de sus nietos. Me importa la vida,  no el escenario. Las personas, no los actores. Adoro lo humano, los que se equivocan y lo enmiendan y los que mueren para intentarlo. Idealista hasta la médula, soñadora empedernida y buscadora incansable de la libertad. Saboreo cada ilusión como si fuera la última.

Se sentía perdido entre los días de su vida.  A veces, aparecían personas que no conocía, se le metían entre las sábanas y ocasionado el susto, se marchaban. El desorden mental se había mudado a su vida. Ya había perdido el nombre y el sentido. El temor se apoderaba de su cuerpo y le temblaban las manos. Una parte de él no quería perder su lugar, su identidad, lo que había conseguido ser durante tantos años. Sentirse alguien, con un nombre en la pared y una profesión, bien elegida, bien elaborada. Bien pensada.
Todos llegamos al mismo foso, a la misma oscuridad que nos devuelve la humildad de recordar que todo lo que hemos logrado en nuestra vida, formaba parte de la función. Que todo empieza y todo acaba.

Por eso siempre te miro a los ojos y te busco, porque las paredes están llenas de papeles caducados, que no cuentan nada de nadie.



lunes, 12 de mayo de 2014

 La costumbre se instala en tus formas y no te deja crear, sentir, expresar. No se necesitan palabras para decir las cosas verdaderamente profundas.
Todo se supone que es, que tiene unos límites, unas líneas de expresión demasiado marcadas por culpa de la edad. Colágeno, dicen. Un poco de colágeno a los sentimientos, un poco de vida a las rayas que limitan nuestra naturaleza. No creo que una palabra pueda decir verdaderamente algo. No creo que supere algún día todo lo que una mirada puede transmitir. La cabeza siempre intenta sacar afuera lo que ha nacido dentro y a veces, todas las veces, separamos el sentimiento de su hogar y nunca vuelve a ser el mismo.
Así que calla. Calla.

viernes, 9 de mayo de 2014


Los lobos nos acechan, aullamos con ellos, desnudos, a la luz de la luna, como las leyendas de esos libros, viejos y arrugados, que todos malinterpretamos pensando que se trata de algo malo. Somos protagonistas de la película de miedo que tanto asusta, porque nos reímos cada vez que la cosa se degrada, cada vez que los gritos aumentan y las manos se aprietan, unas contra otras, mezclando el sudor del temor a quedarse a oscuras, en absoluta soledad. Solo consigo, sin más consuelo que sus sentimientos, sin corazas ni protecciones, sin ojos de cristal que miren una falsa realidad. Es terrible tanta diversión.

martes, 6 de mayo de 2014

Y yo sé que te acuerdas de quién soy, en alguna parte de tu olvido incansable, de tus días con lagunas y de tus huecos en blanco.
Sé que sigo aquí para ti, con todo el cariño que tu ser puede albergar, sin saberlo, sin recordarlo, sin estar presente.
Ya te echo de menos, y aún no te has marchado. Sigues mirándome y puedo ver que me extrañas en tu consciencia, que eso de que me haya mudado al inconsciente no te gusta nada. Ya lo sé. Aquí estoy. Aquí estaré. Nunca dudaré de tu esencia, de esa gran sabiduría que hace del mundo un lugar mejor, más sensato, más claro. Andaré por todo lo que he aprendido de ti y haré lo que sea para mantenerlo. Porque no es justo, ¿sabes? No es justo que la vida se quede sin ti algún día.

lunes, 5 de mayo de 2014

toc-toc

No lo quieres reconocer, pero yo creo que, en el fondo, tiritas de frío. No puede ser que te quedes igual.
No sé, pareces ser uno de nosotros, humano y esas cosas, ¿comprendes? Yo me estaría congelando ahí dentro, sin protección y sin necesidad de tenerla.

Yo creo que esto, al final, no te hace ni puñetera gracia. Lo noto en tu mirada, que no nota absolutamente nada.

Dan ganas de... sí, ¿tú crees que si golpeo tu frente con los nudillos serás capaz de reaccionar? ¿Sonará a hueco? ¿A pensamientos estancados? ¿A hielo roto? ¿A qué sonaría tu cabeza?

¿A qué suenas?



Aquél señor de calva prominente en la parte frontal y dentadura postiza no atinaba con el calzado. Se le veía cómodo, como ajeno a los andares de la corriente. Sandalias. Llevaba sandalias. Era cinco de febrero. Arrugaba la nariz por culpa del sol, que había decidido salir a pesar de la fecha. Caprichos vitales que el buen samaritano agradecía, después de todo.

Llevaba las cejas aplastadas por culpa de la gomina, que como le quedaban restos en los dedos de haberse peinado muy debidamente el resto de cabeza, hacía buen uso de ella en la parte más peluda de su cara.

Se acomodó en el autobús. Abrió las piernas y descansó el coxis, dolorido por una vieja lesión.

Se miraba los pies con alegría, abriendo y cerrando los dedos. Se observaba en el reflejo del cristal y se daba los buenos días, en voz alta, todo el tiempo que fuera necesario. Seis veces. Era evidente, a aquellas alturas, que nada le importaba del resto de normales. Su cara le sonreía y pensó que ese día estaba guapo. Sí. Estaba guapo.

-¿Tiene usted algún problema mental, caballero?

-Nadie que no tuviera un problema mental en estas fechas, llamaría "caballero" a un servidor, ¿no le parece? Claro que no le parece. No le parece a usted nada.

-Oiga, ¿qué insinúa?

-Mire usted. Escuche usted. Sienta usted.  Esto no es un autobús y yo no soy un caballero con sandalias en febrero.  Viva usted el día, el día lo está viviendo a usted.

Y brillaba el sol. Brillaba.



viernes, 2 de mayo de 2014

Esto será así siempre. Lo de tu lugar en el mundo, digo. No lo vas a poder tocar. No está, no se encuentra, no se posiciona. No forma parte de algo geográfico, terrenal o sólido. Tu lugar en el mundo es. Se siente. Es contigo, en alguna parte de tu conciencia, de tu formar parte, de tu ser. Es un "no deseo nada más en este mundo", un brillo indefinible en la mirada y el temblor incontrolable de una voz que no tiene palabras. Es ser tú y la indescriptible plenitud de saberlo.