domingo, 31 de enero de 2016

Chica, es mejor que te pases la maldita vida buscando el puñetero cable que debería unirte con la mayoría. Lo de que nacemos integrados con un sistema vital, es mentira. Una trola que te contarán los grillados de turno que leen mucha mierda existencialista. Tú tienes un problema. Tú eres rara. Has resultado pensar, mira tú por dónde. Hubiese sido todo más fácil diciendo que sí a todo. Sin esas ideas tuyas tan utópicas que no llevan a nada. Pajarillos en la cabeza, reina. Pajarillos mancos que se destrozarán contra el suelo. Así que intégrate, incomprendida. Los solitarios tienen demasiadas alas para volar. 





Traga. Engulle.
Da igual lo que pienses. El pensamiento se atasca con tu responsabilidad. Tu tarea. Tu trabajo. Mueve la cabeza, de arriba abajo. Otra vez. De arriba abajo. Y lo crees. Ahora te lo crees. No es tan complicado cuando todo lo han pintado para ti. Tu mundo, que es el de todos. El de cartón. El que se agujerea cuando se moja. Cuando lo mojas. El que deja un vacío insostenible cuando se cae. El tuyo. El que tú has elegido no rellenar. Demasiado ocupado con pintar de colores la tapadera. Un poquito de rosa, para endulzarlo. Y de negro, para asustar. Miedo. Qué miedo. Cómo necesitas el miedo, oye, qué cojín más maravilloso. Y mientras tanto todo sigue su camino, que no es el suyo. Y mientras tanto, tú no sientas mucho. O tendré que matarte.

jueves, 28 de enero de 2016

La muerte puede acorralarme mientras estoy viva. Lo de respirar se queda en segundo plano, como casi siempre, aunque tiene que ver. La muerte es como darse cuenta de que estás respirando. Ya no puedes seguir existiendo sin olvidarlo. Y lo fuerzas. Y lo desordenas. Vives lo que no vivirías, pruebas lo que no probarías y te caes en quinientos agujeros que no se hubieran cruzado nunca en tu maldito camino de baldosas amarillas.
Ese parte del problema; la reactividad. Actuar cuando alguien nos está mirando. Dice la soledad que no se me da bien. Forzar, digo. No me sale. Hay gente que consigue convencerse, pero yo soy consciente de todo el montaje. Duro cinco minutos en escena. Ya me han dicho que no puedo seguir así, tan a gusto. Tan aislada de la parafernalia que debería vivir.
Pero... ¿y si tengo que vivirme a mí?

martes, 26 de enero de 2016

Me desorienta la obsesión por la pertenencia. La mutua. La que se busca y la que exige. Lo tuyo y lo mío.
En la punta de vuestra lengua se halla a todas horas Libertad. Hasta las tetas. Cansada. Aburrida. Harta de abusos innecesarios. Ella mira más adentro. Hasta las entrañas. Y se cruza de brazos al ver que lo único que queréis es un dueño. Que os maneje. Que os indique. La moralidad impuesta por otro. La estructura siempre ordenada del poder. "Esto está bien" "Esto está mal". La decisión ajena. La comodidad.


Libertad está hasta los ovarios de vosotros.