viernes, 21 de febrero de 2014

La mano cuelga del borde de la cama,  fría. Y la muñeca late, porque hay vida detrás de las sábanas. Pero da igual. Esto no es bueno. Cada vez se desequilibra más el equilibrio, se muere la coherencia en un mar de dudas podridas, que ya no tienen sentido, ni en mi cabeza ni en la de nadie.
No sé qué quieres que diga, si no hablamos el mismo idioma. Los ladridos no son para mí, el portazo retumba en mis sienes y lo que hay un poco más abajo se encoge, porque es lo único que puede hacer. No le queda otra. No nos queda otra. 
Encogemos cualquier sentimiento y lo doblamos sin mucho cuidado, rabioso por haber nacido, por haberle dado pie a escuchar, a sentir, a hablar. El odio te come. El odio te está matando. Y a mí me salpica y me quema, me deja cicatrices demasiado profundas. No quiero volver. No quiero volver.
Sin embargo, mi reflejo me hace la contra, porque me conoce más que yo. Y aquí estás tú con tus mentiras. El miedo está demasiado arraigado porque sabemos dónde estarás cuando la verdad diga la última palabra.

Pero hoy no. 
Hoy no.


martes, 18 de febrero de 2014

Perdona que no cuente contigo, conmigo las cosas se quedan en casa. No se escapan, ni se distraen, ni se mudan a mentes poco sinceras que se aplican poco sus palabras. La locura se acomoda entre el hueco de mis neuronas y lo que llaman sinapsis echa chispas, porque no entiende, no sabe. "¿Es esto lo mismo de siempre? Cuidado." Las cosas me están haciendo daño. Y no sabría hacerte una lista, porque huyen de los diccionarios, de la fonética. Y no sé decir.
No te cuento, porque los cuentos cuentan, se cuentan. Y mis historias son mías, están a gusto de la mano de la tristeza, de la desidia de mirar y no ver nada.
No es nada nuevo, nada es nunca nada nuevo.
Y mi cuerpo se ha clavado en el suelo y todo lo demás ha volado ya hace tiempo. Muy lejos de aquí, de mí, de estas paredes, de las voces y de la farsa de la humanidad.

Da igual, hace tiempo que no existimos.



viernes, 14 de febrero de 2014

Y así se deshizo la razón, porque la hubo, en algún rincón perdido del mundo, en un determinado momento. Muy puntual, quizá. Muy efímero.
No nos duran las raíces, no nos dura lo perdurable. Y se confunde lo que debería quedarse con lo que siempre se mueve. La dignidad del amor se funde, se desintegra, porque nadie lo comprende y todos juegan: "a ver quién aguanta más" y se destrozó antes de empezar, por la mediocridad de creer lo que sólo es una creencia de algún papanatas con la sensibilidad atrofiada.

Y el amor mira, con ojos melancólicos, y pide a gritos que le devuelvan las alas.

miércoles, 12 de febrero de 2014

"Morirás por no hacer nada", dice serena la vocecilla de tu castillo. Y miras para arriba, porque no tienes suficiente perspectiva. A ras del suelo tu ángulo de enfoque está injustamente tildado; no ejerce ninguna de sus funciones.
Tu cadáver lucirá en cualquier rincón de esta casa, sin iluminar y toda por barrer, con la mesa de los invitados llena de polvo y mugre. No sabes qué has hecho, porque no has hecho nada y nada es lo que te condena.
La tele grita todo lo que todos deberíamos saber para no ser menos. Acorde con el círculo impartido, repleto de vicio, de inercia corrompida por la manipulación lúdica del poder recesivo, que unas veces se manifiesta y otras está escondido.
No entiendo lo incomprensible, pero tú lo explicas muy bien. Desde tu sillón se te ve grande, inmerso en un mar de agua estancada que no renuevas por miedo a ser algo y que dejes de ser nada.

Muerto.

jueves, 6 de febrero de 2014

Ya. Ya sé que lo sabes.
Y merodeas por los huecos de tu mente, revolcándote por el suelo de tus sesos anudados, enredados entre sí, como tú y yo, que no hay manera de deshacernos, aunque yo nunca haya tenido interés alguno de ser tú, de parecerlo o de intentarlo. No sé.
Esto terminó.
Y la lengua luce cortada, sin capacidad de hacerse entender, baja de defensas y sin ataques posibles. Mi cabeza no sabe y a mi pecho habrá que hacerle callar de una vez.
Muchas palabras y poco sentido. Mucha prepotencia cubriendo raíces podridas, que bailan al compás del viento, de los soplidos de la humildad.
No te comprendo y tú no lo entiendes, porque siempre has sido claro, como el agua del fondo de un pozo. Tendré que fiarme, y mi confianza se asusta, remilgada, escurridiza.
No le gustas, no. No le gustas nada.
Tendré que echar a correr.

domingo, 2 de febrero de 2014

tintineo

Se alzan los paraguas para evitar la vida chocar contra sus cabezas y las huellas mojadas de su paso por este día. Corren, escapan, se cubren. Huyen de la falta de control, del desconcierto de no haberlo esperado.  Paran sus planes,  detienen sus vidas.
Los charcos en las calles reflejan las verdades, las prisas, las vueltas inesperadas.

Y yo me quedo quieta, sintiendo la lluvia resbalar por mis mejillas.