La luz, entrando por las pupilas e iluminando el iris. El color. Intenso. De vida. De saber. Tú no eres de aquí, ¿verdad?
Y la sonrisa, que habla, que no se calla, pero dice. Dice todo lo que las palabras no pueden. Y algo de mi interior brilla, porque acaba de verte. A ti. Sin ser tus ojos, sin ser tu boca. A ti.
Ese "tú" es tan maravilloso que no puedo decirlo. Me atrapa en una nube de fascinación que no tiene nada que ver con las expectativas. Está llena de certeza, de verdad. De comprender que has estado cinco minutos en mi vida y ya la has cambiado. Y así es, así nos marchamos.
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