lunes, 9 de octubre de 2017

A veces el cielo se me cae encima y no entiendo por qué tanta oscuridad de golpe. Cierro los ojos y puedo ver el rayito de los sueños difuminándose sin piedad, de cada vez más nublado. Las agujas corren en la dirección contraria, porque parece que siempre estoy en el mismo punto aunque los años pasen y pasen. Hay días en los que el cielo se muestra más callado, para combinar con mis silencios. No entiendo nada de lo que me rodea porque mi alrededor y yo no compartimos números de contacto. "Ya te llamaré" que suenan inconexos dentro de las paredes de mi cráneo constantemente. Me gustaría saber gritar, pero sólo me salen lamentos de victimismo disfrazados de una frialdad tajante y firme que se carga todo el color de mi burbuja. No sé qué hago aquí, rodeada de tanto vacío, ni qué coño hace el vacío mirándome tan confundido. Nos hemos encontrado, aunque nunca nos habíamos dejado, y ya no sabemos cómo mandarnos a la mierda sin hacernos daño.