Se libran las batallas, damas y caballeros, todo el tiempo, incesantemente. Hay sangre en las miradas y en las blancas y pulcras camisas abrochadas. El dolor podría gritar, pero es mudo, sufre por dentro. Lo prefiere así, para no molestar, para no contaminar y seguir sin hallar consuelo.
La razón contra el corazón, la batalla más antigua. Razón es dura, fría. Razón tiene las armas para mandar. Razón conoce al miedo y no dudará en usarlo.
Corazón se compadece; "Cuántas canciones le quedan por bailar al temblarle demasiado los pies...".
Hay sangre por el suelo. Resbalan los caballeros del pedestal y caen de cabeza. Sus sesos se esparcen por las paredes. Las damas sonríen y se desnudan. No fingen ni luchan, porque han comprendido que ya han ganado.
A los ricos se les cae el sombrero y los pobres lo recogen al vuelo, sin arrodillarse, porque ya han sido demasiados los moratones de las diferencias.
La batalla se ha librado, damas y caballeros.
La sangre hierve y los corazones palpitan al escuchar el estruendoso grito del futuro:
"¡Torres más altas han caído!"