jueves, 30 de enero de 2014

No soy yo, eres tú.
Te descolocará verlo escrito de esta manera, pero la que suena bien te estará engañando.
Así son las cosas bonitas; te engañan, te embelesan y te hunden en la ingravidez del no saber, del no estar y del no querer estar en ningún otro lugar.
"Falta de equilibrio y sensación de caída permanente", así lo describen. Qué facilidad para describir cuando el sentido no se encuentra en el pecho, qué acierto, qué objetividad. Hace tanto que estoy cayendo que ya lo había olvidado. No me asusta dónde caer, me aterra no caer nunca. La estabilidad. La ingravidez permanente. El vértigo contínuo de estar mirando al abismo sin poder moverme. Sin quererlo, sin pretenderlo. La indiferencia hacia el final, hacia los resultados nefastos. 
No sé. 
No sé.
Tienes que ser tú.  

martes, 28 de enero de 2014

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No sé querer a las personas. A ninguna. Y no sé si un <<mucho>> es mucho o si un <<poco>> es poco.

En cambio, amo. Amo encandilarme con los gestos que no son míos, las formas, las voces, las palabras. Amo. Amo como eres, lejos o cerca, tú, contigo, sin influencias. Amo las risas de los chistes que no me hacen gracia y las decisiones que nunca hubiera tomado. Sí, amo lo que eres y como eres. Como haces del mundo algo distinto.  Amo que elijas formar parte de mi vida, un buen o un mal día, sin esperarlo y sin quererlo y amo que no lo elijas nunca. Sí, a ti, te amo, por estar o por haber estado. Por quedarte o por haberte marchado. Amo verte volar y amo tu libertad,  porque amar es lo único que sé hacer cuando eres libre.

Y nunca quise ser como tú, porque tú ya existías.




De categorías rítmicas me habla tu habla que habla, pero no dice nada.
Sonidos sordos que no vibran en tu alma. Tus cuerdas vocales se mueven y ya está cansada la voz para salir.
¿Qué me quieres decir? ¿Que es importante la mísera importancia de la nada?
Déjame que dude mientras danzas entre dichos y diretes de paja.
"No comprendo nada", dice la melodía en mute de tus andadas.
Explícale al viento que lo has visto, aunque ni siquiera lo hayas sentido.
Tú me hablas sin decir y yo te oigo sin escuchar, porque así somos, complementos de lo mismo que se distorsiona con el ruido.
Calla y mira.
Te escucho y siento.