No sé si fue algo normal, de este mundo de paredes huecas que se derrumban y se quedan en nada. En silencio, en paz. No es tan sencillo ir derribando muros, a veces, se te escapa el mazo y vas a dar. A alguien. A lo primero que se presente. Porque así va el juego. No eres tú. Nunca eres tú. La culpa es demasiado vulgar y ya sabes que aquí todos somos muy finos. Muy elegantes. Quédatela tú. Es para ti. Yo no quiero verla. ¿Y si me descubres? ¿Y si todo se cae contigo? No sabría qué decir sin respaldo. Sin rocas ni piedras. Sin defensa. Sin puntería.
Es un mundo inhóspito. Cruel. Quizá me esté adaptando bien y todo este vaivén de golpes y martillos no se me dé tan mal. Quizá sea todo lo contrario y la pérdida de mi brújula se deba a esto. Quizá tú y yo no seamos tan distintos y llevemos demasiado tiempo jugando a ver a quién mata la culpa primero.
Gané.
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