Esas necesidades que son más que sensaciones, profundas, arraigadas, que no saben salir en forma de palabras. Que no sé. Que no sabemos. Y siento que algo se encoge por ahí dentro, en forma de puñaladas sinceras, que me dicen que ahora todo es mucho más grande, mucho más profundo y complicado. Las sábanas son como losas de culpabilidad, de cobardía. La cabeza bien arriba, los pasos bien firmes. Hay que pasarlo. Esto hay que pasarlo.
Y la niña de mi mundo se ahoga en lo que no comprende, porque nadie le dijo que estos monstruos serían tan grandes.
No te derrumbes, pequeña. Tú no te derrumbes.