martes, 25 de marzo de 2014

monstruos

Es esa necesidad de volver a ser pequeña y acurrucarme en unos brazos que me digan, sin ninguna duda, que todo saldrá bien. Es extraño explicar las ganas de esconderme debajo de las sábanas para que los monstruos desaparezcan y que los ideales no mueran, ni las creencias inocentes de que todo pasará. Todo pasará.

Esas necesidades que son más que sensaciones, profundas, arraigadas, que no saben salir en forma de palabras. Que no sé. Que no sabemos. Y siento que algo se encoge por ahí dentro, en forma de puñaladas sinceras, que me dicen que ahora todo es mucho más grande, mucho más profundo y complicado. Las sábanas son como losas de culpabilidad, de cobardía. La cabeza bien arriba, los pasos bien firmes. Hay que pasarlo. Esto hay que pasarlo.

Y la niña de mi mundo se ahoga en lo que no comprende, porque nadie le dijo que estos monstruos serían tan grandes.

No te derrumbes, pequeña. Tú no te derrumbes.

sábado, 22 de marzo de 2014

Y después de todo, puedo decir que tus ojos me conocen más que tú. Saben por qué sueño todas las noches con persecuciones estúpidas que me aterran, saben por qué me cuesta tanto abrir los brazos y abrazarte, un momento, un instante parlanchín que te cuente todos mis deseos. Tendría que decir adiós a todo, a nada. A todo lo que hemos hecho sin hacer nada.

Saltan de vez en cuando mis recuerdos, apuñalando cada hueco de lucidez que se escondía en mi memoria. Y ya no sé qué es verdad, qué nace de las raíces de los sueños que algún día idealicé, sin ningún tipo de filtro. No hay límites, pero no paras de poner señales de Stop y yo las acojo en silencio, agarrándoles fuerte la mano, para que no me dejen sin justificaciones y sin motivos.

Esto ya no es miedo, es indiferencia y es cobarde, como todas las indiferencias.
Tú no sabes lo que me gustaría huír de todo, donde Benedetti;  <<donde la indiferencia sea una palabra obscena>>, pero tus ojos brillan más de la cuenta, porque lo saben.

 Ellos lo saben todo.




lunes, 17 de marzo de 2014

Grita por sus sueños, que no se elevan por su peso. No rinden sus cuerpos bajo la presión de sus deseos.

<<Muy mala gente -dice-,  por este mundo tan distinto>>

Y se desvanece el brillo, porque echa de menos demasiado al mundo. No entiende que no entendamos que no acuda a limosnas pudiendo luchar por algo.

Y aparece la lección; regala enseñanzas y sentimientos de admiración.
Escucha, escucha: él no se rinde ante nada.

No deja que vuelen sus ilusiones, las guarda muy cerquita del pecho, para que estén como en casa y no lo dejen solo.


sábado, 15 de marzo de 2014

pandemónium

Se alzan los paraguas para evitar la vida chocar contra sus cabezas y las huellas mojadas de su paso por este día. Corren, escapan, se cubren. Huyen de la falta de control, del desconcierto de no haberlo esperado.  Paran sus planes,  detienen sus vidas.
Los charcos en las calles reflejan las verdades, las prisas, las vueltas inesperadas.
Y yo me quedo quieta, sintiendo la lluvia resbalar por mis mejillas.

jueves, 6 de marzo de 2014

Va, por nuestro futuro, por lo que queríamos ser ese día, cuando las cosas aún no habían cambiado. Cuando yo era yo y tú eras tú. Aquel día.
Por aquí todo se ha derrumbado, otra vez. Sin cimientos, ni pilares. En soledad, como siempre, como todo, como todos. Y la sensación de vacío permanente se ha quedado sentada sin moverse y ya no sabe cómo latir, como bombear, como seguir. Yo quería ser, pero hoy...
Los trozos machacados de ayer lucen esparcidos por mi habitación, irreconocibles, tristes, irreparables. No hay solución, nada volverá a ser como antes. No sé qué hacer y nada que hacer se ha apoderado de mi mente, de mis costumbres, de mi actitud. Nada por delante, mucho futuro por detrás y las bombillas de mis ideales se han roto por el camino, porque nadie las entendía y yo nunca las apagaba. Nada se mantuvo y ahora...


domingo, 2 de marzo de 2014

En realidad, el mundo no gira; baila, se mueve al compás de una melodía que solemos malinterpretar. Se nos da bien. Nos gusta tergiversar las verdades, cambiarles la letra y el ritmo. Y marea. Esto marea. No sé a qué viene tanto giro, tantas vueltas indomables de algo que no puede ser el destino. No me gusta cómo piensa, lo que quiere, lo que hace. No puede ser. No es. No existe.
Los colores no son reales, el cartel de salida no es tan oscuro, no atemoriza a los valientes, ni tiembla cuando nadie lo lee. No somos tan cobardes, mira; respira, bombea. No me gusta esta canción, pero sigue, una y otra vez, a un compás que no puedo seguir. Corre cuando paro y para cuando corro. Y mis pies se alejan de mi cabeza y no se acuerdan de decidir. Para. Para. Para.


sábado, 1 de marzo de 2014

Pasos de gigante en un pasillo demasiado estrecho. El punto de mira no cabe, no acierta y yo sigo viendo demasiado detrás de las paredes.  El ruido es mudo, tiembla el suelo bajo el silencio sepulcral del tiempo.
Algo pasará, algo ocurrirá.
Hay silencios que avisan, de transición, de paso. Se sientan un rato, pesados, densos, y los oídos empiezan a pitar.
Ahora.
Ahora.
El tiro de salida ya ha tronado y yo me quedo sin saber hacia dónde echar a correr. Dos salidas y la de atrás nunca me ha parecido atractiva.
Algo está cambiando. Nada es lo mismo que ayer.
Las ratas del calabozo de mi mente se miran diferente y mis entrañas están preparadas para luchar hasta la muerte, para aferrarse, para acoger la tristeza de un mundo que no es el tuyo, ni el de nadie. Y yo no sé,
no sé de dónde sale este silencio, pero no se calla.
No se calla.