martes, 29 de julio de 2014

Tienes un encanto de frialdad pactada, no sé muy bien con quién. O con qué. Tu previsibilidad intenta sorprender. ¿Mis manos en la cara como signo de impacto te sentarían bien? Quizá lo haga para comprobar. Probar. Siempre probando. Un poco así y otro poco asá. Es demasiado serio este juego, a veces el disfraz se compacta demasiado y ya no queda piel.
Piel. Piel.
¿No es especial hablar de piel? De tacto. De sensaciones. Piel. El cuero siempre me ha provocado de una manera extraña, perturbadora. Se adapta perfectamente a mis caprichos, a mis experimentos distribuidos por cada una de tus neuronas, que retroceden por el miedo a desaparecer. Y ya no sé si juego al juego o el juego me está jugando a mí.


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