lunes, 29 de diciembre de 2014

No sé si lo habéis sentido alguna vez. Hablo del fuego. Del ardor en las entrañas de que algo no va bien. Es como si estuvieras justo donde debes estar y en el lado opuesto de donde quieres. Es como luchar constantemente contra una contradicción. La contradicción.
De todo. De que debes hacer algo. Algo distinto. Algo que nadie te ha sabido decir. Algo mucho más profundo que cualquier cosa que se os pueda ocurrir. O a mí. A mí no se me ocurre nada. Supongo que es inútil intentar comprenderlo, intentar ponerle nombres y apellidos a algo tan primitivo como es el instinto. Instinto. Afilado y decidido. Instinto que golpea sin conciencia cualquier razonamiento.
Este no es mi lugar. Y ya me he ido. Y ya me he alejado. Y no ha servido de nada. Y no sé por qué.

sábado, 27 de diciembre de 2014

La vida son elecciones. Pero no elegí verte entre tanto humo, difuso como un fantasma que busca la luz y no para de tropezar con tantos muebles. Debería desamueblar. Hacer una mudanza. Vaciar de tanto peso innecesario ese conjunto tan raro de conexiones que tienen las cabezas.
No elegí conocerte, o a lo mejor sí. Puede que entre la oscuridad llegara a sentirme cómoda, quizá la luz que tanto buscaba me cegaba demasiado. No sé, oye, no encaja.
Las piezas del puzzle acaban de romperse, dadas de tanto doblar, de tanto adaptarse a un lugar que no es el suyo, que nunca lo ha sido. Se equivocaron de dibujo. De caja. De persona.
Las voces radiofónicas no paran de repetirlo una y otra vez. Y aquí hay demasiados trozos como para crear una decisión.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Fantasmas movidos por hilos transparentes, que gritan y huyen con la sábana en la cabeza, para no verse el rostro en los espejos de los ascensores. Suben o bajan, da lo mismo.
La raya de la realidad se está difuminando.
Aborrecen las verdades tanto como su imagen. Van con mucho cuidado de no mancharse. Y planchan, se planchan el atuendo para no quedarse fuera de lugar. Qué malo sería tener que mirarse a los ojos y llorar.



jueves, 11 de diciembre de 2014

 ¿Qué elegirías que no hayan elegido? ¿Qué empezarías? ¿Qué historia contarías? ¿Qué huellas dejarías? ¿Qué lugar deshabitado habitarías? ¿Qué inventarías?
Tú, como alguien, ¿qué dejas en el mundo que sea tuyo?

Es como si fuera más sencillo responder en condicional que en futuro, sin anticipar, por si acaso.

Supongo que me aterroriza el olvido. Mi ego ha emergido de las entrañas. El hecho de haber estado y de no haber sido, de que nadie piense en mí como alguien que hizo algo cuando me muera, y no sólo cuando me muera, sino muchos años después. Me asusta pensar que estoy aquí rellenando un espacio que alguien dejó para que cumpliera unas metas determinadas en un lugar determinado. Me acojona  ser el producto de un sistema y no tener capacidad para decidir, por mucho que me crea con el derecho a hacerlo.
Es diferente. Lo de creer tener y tener, digo. Tener es un hecho, no un planteamiento ni una idea filosófica. Yo tengo libertad, por lo que puedo DEMOSTRAR que soy libre y que siempre lo he sido. Ahora, somos libres, pero no tenemos libertad y nuestra decisión, la nuestra de verdad, depende de eso. ¿Qué quieres ser?









miércoles, 3 de diciembre de 2014

Tú y yo nos apagamos las luces. Nos quedamos a oscuras. Las pupilas se intentaron adaptar, pero no era intentar lo que necesitaba. Ni oscuridad. Ni a ti. Ni a mí.
Nos apagamos. Nos dejamos de encender, porque ni eras tú ni era yo.
Y ahora busco las cerillas, en medio de la oscuridad y ya van tres tropiezos con el mismo problema. O con la misma solución. O con el mismo mechero de siempre.