Lo he tocado. El paraíso no sabe a nada, es esa sensación de libertad atropellando todo mi interior, arrasando con dudas, miedo e inseguridad. El sinsabor del desconocimiento, de la libre elección.
La ola se ha llevado lo que menos quería, porque ya no me hace falta. El apego no me hace falta.
Estáis aquí. Me gusta que os bombee el cuello. Pum, pum, pum. La vida baila en vuestro interior y con eso me quedo. Eso me llevo. Vuestra vida impresa en la mía, sin tocar la vuestra. La felicidad de ser siendo, de tener sin tener y de estar sin estar. Mi felicidad, que se incrementa con la vuestra. Quiero llevarme esa maravillosa sensación de que yo no he tenido nada que ver con lo que es vuestro, que ya eráis felices antes. Que nacisteis felices.
Siempre he dicho que la felicidad es un estado de ánimo, pero hoy la que se anima soy yo, a cambiar de opinión. La felicidad la traen algunas personas en la mochila. Tienen la facilidad de ver la parte más luminosa de las cosas, de los momentos y de las personas. Son capaces de hacer bonito lo más feo y de danzar entre la tormenta sabiendo que está a punto de llegar el sol. La felicidad es su actitud, ellos entienden que no serán felices todo el tiempo, porque saben que es justo eso lo que les hará disfrutar de la felicidad algún día.
Me quiero rodear de personas felices, libres y con esos sueños bailarines que, en muchas ocasiones, han cambiado el mundo. Vosotros, de momento, ya habéis cambiado el mío.
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