martes, 13 de septiembre de 2016

Los cementerios me han dejado de dar miedo. No hay nada malo porque todo lo malo tiene algo de bueno. Mis fantasmas se han jubilado, ahora hacen su camino sin obligaciones terrenales. Y todo fluye mejor. Mantengo mi azotea limpia de parásitos que sólo querían dejar una huella que no les pertenecía.