Ahora miran vulnerables las hienas melladas, sin saber de qué reírse. ¿Dónde se fue la gracia de la historia? La vida la ha puesto en su sitio, como siempre; avisando muy sutilmente. Mejor apretar el
on de los oidos sordos. Mejor inventar un largo silencio en letargo. Y esperar sin saber que esperas. Qu
é esperas. Los finales crean dudas y los principios se convierten en cobardes despedidas de lo que un día te dijo aquél espejo.