martes, 28 de julio de 2015

Pasa que lo que se siente no se tiene nunca. No se tienen amigos, familia, pareja, sensaciones, pensamientos, intuiciones. Nunca se tiene nada de todo eso. Se siente. Y lo que se siente sólo se puede vivir. Se vive. No se puede hacer nada más con los sentimientos.

Pasa que si no vives lo que sientes, todo resulta ser mentira. Sólo lo tienes. Está ahí, en algún rincón de tu mente, alejado del pecho. Puedes preocuparte mucho por ello o pensar constantemente, pero no lo sientes porque no lo vives. No lo sientes porque lo tienes. Porque lo paseas de una neurona a otra buscando alguna definición adecuada. Lo verbalizas.

Así que sentir es vivir y tener es morir. Una explicación nada sencilla que se encasqueta en las mentes menos sentidas, que viven más sus miedos que sus sentimientos. Y mueren más rápido que los otros.

lunes, 13 de julio de 2015

La distancia empieza a dibujarse con líneas de hormigón. Me mira diciendo que pesa demasiado para mí sola. Y la soledad asiente, porque comprende de pesos. Sus articulaciones se quejan cuando llueve y la lluvia se encoge de hombros torciendo el gesto, sin poder evitar caer de bruces al suelo. Y chocar. Plas.
Así que el hormigón se solidifica y la distancia se confirma como una verdad inamovible. Tú estás allí y yo más allá, aunque nos veamos las manos. Los ojos. La boca moverse al son de "lo sientos" mal pronunciados que se confunden con autocompasión, con victimismo disfrazado de buenas intenciones. 
Cómo pesa, oye, voy a tener que dejarlo como está. En su sitio. En su desorden tan bien colocado. Y es que nunca lo pusimos así, pero no queda tan mal.