jueves, 19 de marzo de 2015

Yo necesitaba romper las ventanas. Airear aquel lugar enmohecido y lleno de humedades que intoxicaban las mentes con adoctrinamiento forzado. Mi mente. Mis ideales. Mi naturaleza. Y hay cosas que no. Hay cosas que no se deben permitir, con las que no se debe ser tolerante. La tolerancia puede ser muy peligrosa cuando se utiliza para permitir la coacción de la libertad. Cuando se justifica esa coacción con las normas establecidas.
Se han girado las prioridades de la naturaleza. De la vida. La comprensión de la libertad incluye al respeto. Si eres libre, respertarás la libertad de otro porque conocerás su valor. Si sabes que eres libre, sabrás que los demás lo son. Que todo lo que te rodea, lo es. Que nadie tiene el derecho de imponer a otro, de obligar a otro, de maltratar a otro. Que si utilizas la violencia en contra de otro ser, significa que te maltratas a ti mismo.

sábado, 14 de marzo de 2015

No me comprendía. Abría los brazos esperando que la comprensión lo abrazara muy fuerte. Todo me decía que no con la cabeza. Que no es para ti. Que no. Que no. Que no.
Acababa de decirle que, efectivamente, hacía lo que me daba la gana. Que, efectivamente, era efectivo. Que, efectivamente, para eso estaban las mentes. La mente. Lo que él enseña. Lo que él predica hasta quedarse afónico, con los brazos muy cerrados. Eso lo controla bien. Eso se lo ha aprendido. "Esa línea no hay que cruzarla nunca, chicos. No la crucéis." Y, en cambio, aquéllo no lo comprendía. "Insolente, maleducada. Te falta interés, chica. No te interesa. Lárgate. No sabes. No entiendes. No sirves."
Y quizá sea cierto. Que no me interese. Que los gritos mientras duermo vengan de aquí. Que mi pasión sea la de rascar paredes. Fachadas. Y conocer. Y conocerlo todo. Todo lo que se pueda conocer. Y hacerle cosquillas a lo desconocido para que se ría conmigo. Para que pueda rascarse y yo pueda mirar un poquito. Y curiosear. Correr las cortinas de las casas y abrir sus ventanas. Y a ver qué sale. A ver qué entra.
Es verdad, no me interesa. Me apasiona demasiado. Y la pasión no es lo tuyo. Tú no puedes enseñar lo que no sientes. Pasión es saberlo. Saber que la insolencia de hacer lo que te da la gana, te da las ganas. Te las saca. Te las expulsa. Te las enseña. Y eso es lo que me alimenta.
Y tú estás muerto.


Esta no es mi casa. Y da igual dónde esté. Dónde me vaya. No pertenezco. No estoy. Soy. Y ese ser necesita un hogar. Ansía un hogar. No sé dónde ir a mirar. Ya he mirado debajo de la alfombra y hay muchas cosas, muchos ratones asustados, pero yo no. Mi casa no. Mi sitio no.
Es gracioso lo del sitio. El sitio. Es como si estuviéramos asignados a algo. Como si buscáramos una etiqueta con nuestro nombre encima de cualquier cama. De cualquier mesa de salón llena de migas. De cualquier cocina manchada de aceite.
Alguien se ha comido mis migas. Mi cocina no se ha usado. No es mía. No hay nada que sea mío. Y no lo quiero. Sólo quiero sentir. Sentir. Que sea aquí. O ahí. O allí. Que sea.
Han pasado muchos años y no ha pasado ninguno. Ando buscando lo que quiere encontrarme. No sé si he puesto yo esas barreras o si ya venían conmigo. No sé, oye, no sé. Todo parece muy lejano y la única que se aleja soy yo. Porque no quiero gente. No tengo ganas de gente. No está con la gente. Ni estoy. No soy buena compañía cuando siempre quiero huir. Siempre quiero huir. Nunca soy buena compañía. Para mí. Quizá para ti sí. Quizá para ti...
Me he acostumbrado a que no sepan cómo me llamo. A que pronuncien mi nombre con claridad sin saber lo que hay detrás. Detrás de las vocales, de las consonantes. De las mayúsculas, de todas las minúsculas. De lo grande y de lo pequeño. Lo que crece y se mantiene. De lo que se va.
¿Por qué se va? ¿Por qué te vas? ¿Por qué me dejas? Cuando nadie deja a nadie. Nada deja de ser. Sólo cambia de lugar, de aspecto, de esencia, de importancia. Cambia. Deja que cambie. Déjame marchar. Estoy buscando. Estoy buscando. Estoy buscando. Estoy buscándome.



viernes, 13 de marzo de 2015

Tus cuatro esquinas no se llevan bien con mis círculos.
Chocas, chocamos, chocan. Tú más contigo que conmigo. Las probetas de cristal se rompen en mil pedazos. Y ocurrirá cuando menos lo esperes. Ocurrirá. Ocurrió.
Siento haberte mareado. Hace tanto sol... 
La luz ilumina lo que tus gafas esconden, las pupilas. El iris. El color. 
Los espirales de conocimiento aumentan con los dedos. De tocar. De sentir. De palpar. No tocas nada. Sólo esquivas. Piensas, con las esquinas golpeadas, gritando de dolor. Sangrando. Y tú con el cemento. Y yo con la falda al vuelo.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Asesina al arquetipo, es la única manera.
Desenreda los enredos de lo que debías ser. Acorta el tono imperante de la vergüenza ajena. Corta. Corta.
Desencaja mandíbulas. Que no entiendan. Que no comprendan. Empieza a romper esquemas que para ti son ininteligibles. Rompe.
Decapita al arquetipo y obsérvalos: ya no saben quién eres.
Ya no te reconocen.
Eres libre.

jueves, 5 de marzo de 2015

El cráter que dejó la indiferencia despistó a la cordura. Se rompió la cuerda y ahora todos danzamos entre mil sueños. La línea del horizonte se está borrando. Parece un final. Es un final.
Me persiguen los puntos. Separados. Sin suspensión. Y me pregunto qué tiene que ver tanta acritud en todo esto. Por qué tanto remilgue en las cabezas. En los sesos.
¿Y si lo unido se separara? Si todo fuera muchos todos. Si nada fuera en realidad muchos nadas. Si la cordura se separara de la locura y dejara de haber de todo un poco. Un poco de todo.
Eh, no me mires así, quiero despegar. Quiero volar. La cabeza en las nubes y los pies en la luna.
La Tierra me mira desde la distancia, empachada de tarados que disparan esos sonidos por la boca.
Y yo sigo caminando hasta el infinito.
Y ya voy por el segundo trozo de cuerda.
Y no se termina.
Y no me despierto.