Cada una de mis células se ilumina, los rayos del sol despiertan la conciencia que se estaba desperezando; todo es perfecto. Todo está bien. Ahora sí.
El momento se transforma en la sensación eterna de paz, de libertad. De saber, a ciencia cierta, que soy capaz de todo. De todo. Gracias, ¿me escucháis? Gracias por pertenecer a mis minutos, a mis segundos, a mis miradas. Gracias por descansar en mi tiempo, poco o mucho y gracias, de todo corazón, por haberos quedado o marchado.
Gracias. Me habéis hecho mejor, más grande, más mayor. He crecido. Y vosotros, sin seguir ningún compás, ningún ritmo, sin coordinarnos, sin pretenderlo.
Ha habido dolor, risas, decepciones, admiración. Ha habido sentimientos, sensaciones. Gracias por hacerme sentir viva, en este mundo, en mis días mejores y peores. Gracias. Gracias.
Sin vosotros no sería yo. Sin mí no seriáis vosotros.
Y es ahora, en este momento, cuando me doy cuenta de por qué existo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario