Qué honestidad, cuántos valores reunidos en una estampa modélica, de pulcra educación sostenida en farsas, en actuaciones inválidas, cojas, que no se sostienen en tu cabeza, pero que permanecen inmóviles en la de los demás, quietas, silenciosas, marcando una pauta de comportamiento errónea, sucia, disfrazada. No te creo y no sé qué creer, porque de creencias se crean caminos, se abren, se amplifican y yo no quiero abrir nada, no quiero centrarme en vacíos permanentes que llenan demasiados huecos en mi tiempo, en mis minutos, en mis instantes ya perdidos.
Intento abrir los ojos, despejarme de esta somnolencia, de este sueño borroso al que no se le entiende, pero pesan, pesan los párpados. Pesan.
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