domingo, 20 de abril de 2014

sordidez

Echar de menos sufre cada vez que tus labios se entreabren para pronunciarlo.
Lo dejas ir.
Lo pierdes.

No reposa lo suficiente entre tus arterias, bombeando, creciendo, transformándose en la sensación de añoranza arraigada en los huesos, en el fondo de las tripas.
Melancolía, nostalgia caminando por tu ser, sin tener en cuenta en ningún momento que estés, que pienses, que quedes bien.

Así es Echar de menos.
Tan sincero que no hace crecer brillo en las miradas de los falsos.
Tan real que la piel se pone de gallina y los ojos se llenan de lágrimas.

No lo digas. No vuelvas a decirlo. Un día, quizá sea verdad.

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