El cráter que dejó la indiferencia despistó a la cordura. Se rompió la cuerda y ahora todos danzamos entre mil sueños. La línea del horizonte se está borrando. Parece un final. Es un final.
Me persiguen los puntos. Separados. Sin suspensión. Y me pregunto qué tiene que ver tanta acritud en todo esto. Por qué tanto remilgue en las cabezas. En los sesos.
¿Y si lo unido se separara? Si todo fuera muchos todos. Si nada fuera en realidad muchos nadas. Si la cordura se separara de la locura y dejara de haber de todo un poco. Un poco de todo.
Eh, no me mires así, quiero despegar. Quiero volar. La cabeza en las nubes y los pies en la luna.
La Tierra me mira desde la distancia, empachada de tarados que disparan esos sonidos por la boca.
Y yo sigo caminando hasta el infinito.
Y ya voy por el segundo trozo de cuerda.
Y no se termina.
Y no me despierto.
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