Y así se deshizo la razón, porque la hubo, en algún rincón perdido del mundo, en un determinado momento. Muy puntual, quizá. Muy efímero.
No nos duran las raíces, no nos dura lo perdurable. Y se confunde lo que debería quedarse con lo que siempre se mueve. La dignidad del amor se funde, se desintegra, porque nadie lo comprende y todos juegan: "a ver quién aguanta más" y se destrozó antes de empezar, por la mediocridad de creer lo que sólo es una creencia de algún papanatas con la sensibilidad atrofiada.
Y el amor mira, con ojos melancólicos, y pide a gritos que le devuelvan las alas.
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