miércoles, 12 de febrero de 2014

"Morirás por no hacer nada", dice serena la vocecilla de tu castillo. Y miras para arriba, porque no tienes suficiente perspectiva. A ras del suelo tu ángulo de enfoque está injustamente tildado; no ejerce ninguna de sus funciones.
Tu cadáver lucirá en cualquier rincón de esta casa, sin iluminar y toda por barrer, con la mesa de los invitados llena de polvo y mugre. No sabes qué has hecho, porque no has hecho nada y nada es lo que te condena.
La tele grita todo lo que todos deberíamos saber para no ser menos. Acorde con el círculo impartido, repleto de vicio, de inercia corrompida por la manipulación lúdica del poder recesivo, que unas veces se manifiesta y otras está escondido.
No entiendo lo incomprensible, pero tú lo explicas muy bien. Desde tu sillón se te ve grande, inmerso en un mar de agua estancada que no renuevas por miedo a ser algo y que dejes de ser nada.

Muerto.

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