lunes, 17 de agosto de 2015

Acabo de romper. He oído el crack desde muy cerca. Mis tímpanos han llorado, pero los he dejado hacer. Y se han liberado. Como las tormentas de mi pecho que no escampan nunca y que de cada vez me duelen más sus relámpagos. Me lo he cargado. Ese sentimiento de creer que era mutuo. Nada es mutuo, porque sólo existe tu parte. Tu trozo. Y casi nunca encaja. Tuve que abrirme el pecho. Y fue contigo. No eres el tú que esperaba. Porque el mío seguía ahí.
Acabo de romper y los trozos aún siguen esparcidos por este lugar que apesta a humedad estancada. Que perfora las fosas mientras pronuncia que está podrido. Que se está deshaciendo. Que ya no hay vuelta atrás. Y la transformación, que nunca se cansa, espera apoyada en aquella farola, donde un día iluminé lo que tendría que estar oscuro. Y no salir. Y quedarse. Siempre termino en medio del mismo vacío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario