viernes, 9 de mayo de 2014


Los lobos nos acechan, aullamos con ellos, desnudos, a la luz de la luna, como las leyendas de esos libros, viejos y arrugados, que todos malinterpretamos pensando que se trata de algo malo. Somos protagonistas de la película de miedo que tanto asusta, porque nos reímos cada vez que la cosa se degrada, cada vez que los gritos aumentan y las manos se aprietan, unas contra otras, mezclando el sudor del temor a quedarse a oscuras, en absoluta soledad. Solo consigo, sin más consuelo que sus sentimientos, sin corazas ni protecciones, sin ojos de cristal que miren una falsa realidad. Es terrible tanta diversión.

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