Te felicito las fiestas, por aceptar ese patrón que desconoces y que guía todas tus acciones. No rezas y el rezo aparece en todas tus movidas sociales. ¿Qué coño celebras, pazguato ignorante? ¿Qué dices? ¿Que las hostias no entraban en tu vida? Pues aquí estás abriendo la boca y santiguándote la frente, como un buen Cristiano. No entiendes nada, pero los bolsillos vacíos y los billetes en mano, para adorar a ese Dios impuesto que todos niegan y todos adoran. Hipócritas. Borregos ineptos que cada año ríen y cantan unas cuantas veces, dicen ser buenas personas y reordenan su casa con colores. Llenad la azotea, que bastante triste y abandonada está.
Feliz Navidad, dicen ellos, sonriéndote como no habían hecho nunca antes, porque hay que regalar sonrisas. Regalar. Regálate un buen pensamiento, por una puta vez en tu vida. Interésate por lo que haces, aunque sea pedirle demasiado a la ironía.
Sale luego el misticismo puro y sagrado de la boca de otros tantos, que dicen que el portal de luz se abre en estas fechas, que la esperanza inunda nuestros corazones. Como si la luz y la esperanza estuvieran regidas por un día o dos, por un ritual, una comida copiosa y un juego de azar.
Rompamos cadenas. Vamos a respetarnos un poco, a regalarnos un poco de amor propio y a celebrar todos los días que estamos intentando ser libres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario