viernes, 1 de mayo de 2015

A ti no te sabe mal. Te hubiera sabido mal no hacer lo que te daba el motivo de disculparte. No me creo tus sabores, tus escupitajos de bondad programada que sólo buscan un "no pasa nada". Pues a lo mejor sí pasa.  Y no de largo. 

Se ha tomado la costumbre de ir con los cristales tintados, golpeando a todo el que se cruza por delante y disculpándose, sabiendo muy bien cuál es la causa y el motivo. Se le está quitando el buen sabor a todo, a todos, por aquello de quedar bien, de "me sabe mal" atropellados por las excusas de estar haciendo lo que se quería hacer, independientemente de a quién le tocara el pisotón.

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