Ha llegado el momento de escribir en las servilletas de tu bar lo que no te atreves a decir. A plasmar en algunos labios lo que los tuyos no saben. Y que las manchas del café no borren nada. Y que no se den cuenta ni siquiera al mirarse al espejo. Y que se claven muy adentro, en el rinconcito del alma, y les haga soñar por las noches.
Deja en algún lugar la huella perdida de tu tiempo y desafía su existencia. Ha llegado, tú, ha llegado el momento de marcar tu zapato en el cemento seco de cualquier acera y pasear descalzo por las carreteras vacías, dando la espalda a los pitidos.
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