domingo, 22 de junio de 2014

Un día, te das cuenta de que estás en medio de un punto de inflexión. Uno distinto. Importante. De esos que te miran con una ceja levantada y te indican con total seguridad que, hace tan sólo unos minutos, has dejado de ser como eras. Los límites dibujan vacíos espaciales y me preocupo de rellenarlos con sueños decentes. Bailo constantemente en un bucle de días lluviosos y soleados. La contradicción me ha hecho persona y yo la he hecho creíble.
Luego, sin cambiar de día, te enteras de que todos estos años te has estado preparando para esto. Para saltar. Para enfrentarte a lo que siempre te han dicho que da miedo. Pero no tiemblas, porque a ti nunca te ha parecido interesante lo que siempre se ha dicho. El balanceo de lo incierto lo hace más atractivo. Y por una vez, agarras la inseguridad del momento y te haces su amiga. Prefieres no saber nada. Que nadie te explique lo bien que saldrá, lo grande que va a ser y las dificultades que tendrás. Nada de eso será verdad, porque es la interpretación de la vida lo que hace la vida y ésta es la mía, con mi sentido consentido y mis vueltas de campana. No espero que lo entiendas. De hecho, no espero absolutamente nada. Acabo de hacerme mayor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario