martes, 17 de septiembre de 2013

Todo se pudre, cualquier rincón de esperanza ciega termina llena de gusanos en una esquina, abandonada, sin que nadie se acuerde de lo que fue.
Con las personas pasa lo mismo, pasan, se olvidan. Te enseñan algo y desaparecen, como un mal maestro, que se pira antes de ver los resultados de sus lecciones. Yo ya me he ido y no creo que vuelva. Creo que ya he impartido. No sé si me habré pasado de rosca, si debía o no dar clases sobre cosas que me vienen grandes, pero ya ves... nunca se me ha dado bien andar con otros pies.
Esto se pudre. Yo me pudro.
Las cuatro paredes de mis sesos empiezan a estar enmohecidas de tanta humedad, de tanto pensamiento saliendo por mi cuero cabelludo, sin airearse, chocándose contra el techo y muriendo de inutilidad, sin buscar más salidas.
Nada se mantiene,
 ni se sostiene,
 ni se asienta. 
Todo desaparece y tú...

La soledad es nuestra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario