Sí. El problema es la idea, que confunde. Te parieron y decidieron que todos los verbos que condicionaran tu vida implicaran lo que debió, debe y debería ser. Y tú no debes ser, sencillamente, eres.
Adelantas un pie y te alejas. Miras desde la distancia. Preguntas, exclamas. Te arrodillas en la tumba de algún sabio y comprendes por qué no para de temblar.
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