La soledad me atropella por la espalda, recordándome de dónde vengo. Me he girado con mucho miedo y me he atrevido a mantenerle la mirada. Le brillan los ojos, es la primera vez que la miran. Que la ven. Que la sienten en las entrañas y le dan permiso para ser.
Me siento pequeña de nuevo, en medio de una tormenta que me
deja tiritando. Voy buscando el calor con desesperación y me olvido de la
fiereza de mi fuego interno. Las llamas me abrasan las entrañas y el humo se
vuelve vaho en medio de tanto frío.
Joder.
Joder.
Cómo me gustaría poder llorarlo… e incendiarme.
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